miércoles, 1 de noviembre de 2017

Uno de Noviembre

El 1 de Noviembre de 2016, media España estaba discutiendo si entre Bisbal y Chenoa había habido o no una cobra en el concierto del reencuentro de Operación Triunfo 1 celebrado la noche antes.

El 1 de Noviembre de 2015, fui al teatro a ver a un actor que me encanta desde muchos años, Abel Folk, y después viví un momento de fan total, en el que fui incapaz de decirle nada mientras nos hacíamos una foto.

El 1 de Noviembre de 2014, mi ginkgo tenía ya muchas de sus hojas amarillas, preparándose para perderlas como buen representante de los árboles de hoja caduca.

El 1 de Noviembre de 2013, estaba en un congreso en Marsella (Francia), cabreándome con los diputados que salieron espantados el día de antes para aprovechar el día libre, justo antes de reconciliarme de una ciudad que antes no me había entusiasmado.

El 1 de Noviembre de 2012, hice el cambio de armario, adiós ropa colorida de verano, hola ropa triste de invierno.

El 1 de Noviembre de 2011, acababa de volver de una reunión en Creta, donde pasamos un día, o tal vez dos, recorriendo la parte más occidental y sur de la isla.

El 1 de Noviembre de 2009, estaba cocinando cuscús.

El 1 de Noviembre de 2008, estuve nadando en Elafonissi, una playa maravillosa al suroeste de Creta, a la que volví casi tres años después.

Hoy, 1 de Noviembre de 2017, he pasado el día currando con una colega francesa, en su casa con espectaculares vistas al Mediterráneo, mientras su marido hacía arreglos en la casa y cocinaba para nosotras, su hijo mayor jugaba con un amigo y el pequeño estaba en casa de unos amigos. A primera hora, soplaba un viento frío que me ha obligado a ajustarme la cazadora y taparme bien la garganta, cuando iba caminando hacia su casa, colina arriba, intentando no resfriarme más de lo que ya estoy. Cuando he salido de allí, en esa oscuridad tan temprana a la que me cuesta tanto acostumbrarme, el viento había calmado y hacía una noche agradable, pero me he vuelto al hotel, porque el centro de esta ciudad está demasiado lejano para ir a pie y me ha dado pereza coger el coche. Ha sido un día largo, cansado, ligeramente frustrante pero bonito, porque no hemos conseguido acabar de hacer todo lo que teníamos previsto, pero hemos trabajado, duro, bien y, además de colegas, somos amigas, por lo que además de números y gráficas, ha habido risas y confidencias. Ha sido un día largo y cansado, decía, que he rematado con conversaciones alegres por whatsapp con gente querida y lejana, antes de preparar la maleta para volver mañana a casa.


Digan lo que digan de las tecnologías modernas, es bonito usarlas para recordar cosas que no quieres olvidar.

En la foto, el atardecer hoy sobre el Golfo de León, ay, mi querido Mediterráneo.

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