martes, 27 de noviembre de 2012

Tormenta

Esta madrugada, ha caído una de esas tormentas espectaculares que hacen que te despiertes en mitad de la noche.

No eran aún las 6 y los truenos y rayos me han despertado. Feliz porque aún me quedaba media hora en la cama (o una hora o una hora y media…) me he acurrucado para disfrutar del espectáculo. Pero en seguida he recordado que tenía varias ventanas abiertas por la casa (error tonto, ¡si anoche ya llovía!) así que me he levantado corriendo.

Primero a la galería, donde ya había entrado un poco de agua. Parecía de día. ¡Menudos relámpagos! En el comedor también era espectacular, sobre todo porque la persiana de la puerta del balcón estaba abierta, así que he podido contemplar el espectáculo: una cortina de agua, de sonido ensordecedor, caía a plomo; relámpagos cada vez más espectaculares; truenos tan, tan cercanos, que he vuelto corriendo a la cama.

Y allí, en la cama, bien acurrucada, he esperado a que la tormenta pasase, unos veinte minutos después. Y he deseado que durara más, mucho más. Y he soñado con no levantarme y no ir a trabajar. Y he fantaseado con quedarme acurrucada en el sofá en este día gris, nublado, frío, lluvioso que pide precisamente eso: sofá, manta y poco más.

En la foto, mis lechugas, bien fresquitas después de la tormenta.

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